"Analfabeto no es quien no sabe leer, es aquella persona que sabiendo leer no lo hace"

miércoles, 12 de marzo de 2014

literatura Precolombina

No todo lo que es literatura ecuatoriana comienza con la llegada del español y el inicio del proceso del mestizaje, complejo y de ricas resonancias culturales.  Hubo sin duda una literatura anterior a todo aquello.  Era impensable que pueblos que tanto desarrollo tuvieron en lo económico, social, militar, político y cultural hubiesen carecido de literatura. 
De lo que esas gentes que poblaron los territorios que serían más tarde la Audiencia de Quito y hoy, aunque tremendamente disminuidos, son la República del Ecuador carecieron fue de escritura.  Y, al ser la escritura la manera de fijar y trasmitir fielmente las manifestaciones literarias, esa literatura difícilmente rebasó ciertas fronteras de espacio y tiempo.
Pero sí las rebasó, porque tuvo maneras de fijarse y trasmitirse.  Los pueblos sin escritura compensan esa carencia con recursos especiales.  Son los de la tradición oral, que también tienen sus maneras de dar a ciertos textos especialmente valiosos o importantes la fijeza que les asegure su permanencia en el tiempo y el rebasamiento de los ámbitos espaciales en que fueron dichos.
Uno es la música.  Un texto convertido en canción asegura su fijeza y trasmisión y puede perdurar, sin alteraciones, largamente.
Otros son recursos estrictamente literarios: el ritmo y el metro; ciertas imágenes en las que no se puede tocar nada sin deshacerlas.  O los núcleos narrativos y enlaces de una narración.
El cofre en que esos pueblos van depositando lo mejor de sus sabidurías es el folclor.  Ellos lo guardan allí, cifrando esas sabidurías en cantos y música, pinturas y diseños, esculturas y cerámicas, narraciones y poemas, adivinanzas y fórmulas sapienciales, juegos y objetos en que dejaron impresa su marca.
Y el hombre moderno de culturas escritas ha urdido maneras de sacar esos tesoros.  Es decir, de descifrar aquello en esas creaciones populares cifrado.  Esa es la ciencia y arte del folclor.
Indagaciones folclóricas son las que han podido entregarnos elementos para rehacer la literatura de esos antiguos antepasados nuestros.
Sería un error anticientífico exigir de esas recuperaciones el rigor de un códice escrito –que pudiera contrastarse con otros códices hasta llegar a la versión definitiva, que se suele llamar “canónica”, de ese texto.
Para penetrar por estos caminos en ese mundo tenemos que despojarnos de nuestra mentalidad de cultura escrita, y, peor, si positivista, y sus requerimientos.

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